quarta-feira, 21 de março de 2012

LA LÁMPARA MARINA




La Lámpara Marina

Pablo Neruda

I

El Puerto

Color de cielo
Cuando tú desembarcas
en Lisboa,

cielo celeste y rosa rosa,

estuco blanco y oro,

pétalos de ladrillo,

las casas,

las puertas,

los techos,

las ventanas,

salpicadas del oro limonero,

del azul ultramar de los navíos.

Cuando tú desembarcas

no conoces,

no sabes que detrás de las ventanas

escuchan,

rondan

carceleros de luto,

retóricos, correctos,

arreando presos a las islas,

condenando al silencio,


pululando

como escuadras de sombras

bajo ventanas verdes,

entre montes azules,

la policía

bajo las otoñales cornucopias

buscando portugueses,

rascando el suelo,

destinando los hombres a la sombra.



II


La Cítara

Olvidada
Oh Portugal hermoso

cesta de fruta y flores,

emerges

en la orilla plateada del océano,

en la espuma de Europa,

con la cítara de oro

que te dejó Camoens,

cantando con dulzura,

esparciendo en las bocas del Atlántico

tu tempestuoso olor de vinerías,

de azahares marinos,

tu luminosa luna entrecortada

por nubes y tormentas.


III


Los presidios
Pero,

portugués de la calle,

entre nosotros,

nadie nos escucha,

sabes

dónde

está Álvaro Cunhal?

Reconoces la ausencia

del valiente

Militão?

Muchacha portuguesa,

pasas como bailando

por las calles

rosadas de Lisboa,

pero,

sabes dónde cayó Bento Gonçalves,

el portugués más puro,

el honor de tu mar e de tu arena?

Sabes

que existe

una isla,

la isla de la Sal,

y Tarrafal en ella

vierte sombra?

Sí, lo sabes, muchacha,


muchacho, sí, lo sabes.

En silencio

la palabra

anda con lentitud pero recorre

no sólo el Portugal, sino la tierra.

Sí, sabemos,

en remotos países,

que hace treinta años

una lápida

espesa como tumba o como túnica

de clerical murciélago,

ahoga, Portugal, tu triste trino,

salpica tu dulzura

con gotas de martirio

y mantiene sus cúpulas de sombra.



IV

El Mar

Y Los Jazmines
De tu mano pequeña en otra hora

salieron criaturas

desgranadas

en el asombro de la geografia.

Así volvió Camoens

a dejarte una rama de jazmines

que siguió floreciendo.

La inteligencia ardió como una viña

de transparentes uvas

en tu raza.

Guerra Junqueiro entre las olas

dejó caer su trueno

de libertad bravía

que transportó el océano en su canto,

y otros multiplicaron

tu esplendor de rosales y racimos

como si de tu territorio estrecho

salieran grandes manos

derramando semillas

para toda la tierra.

Sin embargo,

el tiempo te ha enterrado.

El polvo clerical

acumulado en Coimbra

cayó en tu rostro

de naranja oceánica

y cubrió el esplendor de tu cintura.


V


La Lámpara

Marina
Portugal,
vuelve al mar, a tus navíos,

Portugal, vuelve al hombre, al marinero,

vuelve a la tierra tuya, a tu fragancia,

a tu razón libre en el viento,

de nuevo

a la luz matutina

del clavel y la espuma.

Muéstranos tu tesoro,

tus hombres, tus mujeres.

No escondas más tu rostro

de embarcación valiente

puesta en las avanzadas de Océano.

Portugal, navegante,

descubridor de islas,

inventor de pimientas,

descubre el nuevo hombre,

las islas asombradas,

descubre el archipélago en el tiempo.

La súbita

aparición

del pan

sobre la mesa,

la aurora,

tú, descúbrela,

descubridor de auroras.

Cómo es esto?

Cómo puedes negarte

al ciclo de la luz tú que mostraste

caminos a los ciegos?

Tú, dulce y férreo y viejo,

angosto y ancho padre

del horizonte, cómo

puedes cerrar la puerta

a los nuevos racimos

y al viento con estrellas del Oriente?

Proa de Europa, busca

en la corriente

las olas ancestrales,

la marítima barba

de Camoens.

Rompe

las telaranãs

que cubren tu fragrante arboladura,

y entonces

a nosotros los hijos de tus hijos,


aquellos para quienes

descubriste la arena

hasta entonces oscura

de la geografía deslumbrante,

muéstranos que tú puedes

atravesar de nuevo

el nuevo mar oscuro

y descubrir al hombre que ha nacido

en las islas más grandes de la tierra.

Navega, Portugal, la hora

llégó, levanta

tu estatura de proa

y entre las islas y los hombres vuelve

a ser camino.

En esta edad agrega

tu luz, vuelve a ser lámpara:

aprenderás de nuevo a ser estrella.



Poema extraído de Obras Completas, 3ª ed. aumentada, Buenos Aires, Editorial Losada, Col. Cumbre, 1967